El método hipotético-deductivo, tal y como se usa en las Ciencias naturales -también puede aplicarse parcialmente a las Ciencias sociales, pero eso se desarrollará en otra entrada de este blog- consta, en su mínima expresión, de cuatro pasos.
1. Observar, detectar y acotar el problema.
2. Plantear una hipótesis. La hipótesis tiene que no encerrar contradicciones.
Este paso es el que más asemeja la tarea del científico con la del artista. Esto se constata especialmente en aquellas hipótesis que han cambiado el curso de la ciencia, pero también en otras con menor impacto, como sería el conocido caso de la estructura de la molécula de benceno y el sueño que tuvo el científico que la descubrió.
Einstein pensó en un espacio de cuatro dimensiones que se curva con la masa...
Darwin consideró que la semejanza entre animales podía deberse a un tronco común del que proceden y desde el que han evolucionado...
En cualquier caso no puede ser casualidad que muchos de los grandes hallazgos científicos se hayan dado en los grandes momentos de esplendor cultural y artístico: la Grecia clásica, el Renacimiento, las Vanguardias de principios del siglo XX.
4. Conclusiones. La hipótesis queda reforzada -nunca completamente verificada- o bien desechada.