"No hay manera de escapar a la filosofía […] Quien rechaza la filosofía profesa también una filosofía pero sin ser consciente de ella." Karl Jaspers, filósofo y psiquiatra. "There is no escape from philosophy. Anyone who rejects philosophy is himself unconsciously practising a philosophy." [Karl Jaspers, Way to Wisdom 12 (New Haven: Yale University Press, 1951)]

Líneas principales del pensamiento de Ortega y Gasset

En su obra titulada El tema de nuestro tiempo (1923) Ortega busca poner a la altura de los tiempos de su momento histórico a las gentes de su generación, la generación del 14. Se trata de superar el pesimismo que asolaba a una Europa que parecía, conforme a la profecía de Nietzsche, sumida en el Nihilismo, falta de valores y en estado de tensión bélica (véase el ,arco histórico). Las grandes masas sin instruir, por un lado, la guerra y una cultura de muerte que se hacía cada vez más amenazante debido a la enorme capacidad de destrucción que la tecnología hacía posible, por otro, y el relativismo que parecía inundar incluso a las ciencias más serias, como la Física (la Teoría de Einstein) eran un caldo de cultivo para el escepticismo filosófico (como el que refleja el Tractatus de Wittgenstein).

Esto lleva a Ortega a replantearse, en términos distintos a los de Wittgenstein, qué es la Filosofía. Su propuesta trata de esquievar el relativismo y el escepticismo sin caer:

a) En el positivismo (la Filosofía solo sirve para aclarar malos entendidos: “Círculo de Viena”)
b) En el misticismo (final del Tractatus, rechazado por el Círculo)
    c) En el regreso a la Escolástica (Jacques Maritain)
    d) En el vitalismo irracionalista (interpretaciones vigentes de Nietzsche en su época)
    e) En el neokantismo de su juventud.
    Ortega comprende el filosofar como “el estudio radical de la totalidad del Universo”, y presenta los principios rectores de un estudio filosófico a la altura de los tiempos:
    a) Principio de autonomía: siguiendo a Descartes, Ortega mantiene que el filósofo no puede tomar prestadas las verdades conquistadas por otros saberes; al menos en lo relativo a las fundamentos de la investigación filosófica, debe admitir como verdadero sólo aquello que se le muestre a él mismo con evidencia. b) Principio de pantonomía o universalismo: las ciencias (biología, física, química...) se interesan cada una de ellas por una parte de la realidad; la filosofía, sin embargo, lo hace por el todo, por el Universo en general, siendo éste la suma de “todo cuanto hay”, el conjunto de todas las cosas, tanto las existentes como las meramente pensadas. c) La filosofía es un conocimiento teórico: por ser conocimiento es un sistema de conceptos precisos, basados en el ejercicio de la razón y disciplinado mediante la fidelidad a la lógica y a las reglas de la argumentación (Ortega está en contra del misticismo), y por ser teórico es un saber ajeno a la preocupación por el domino técnico y tecnológico del mundo.

     Ortega explica, además, los errores en los que han caído las filosofías anteriores. El idealismo (Filosofía Moderna) presenta al mundo como una construcción del sujeto cognoscente, como un contenido de la conciencia que se lo representa. El realismo (Filosofía Antigua y Medieval) ha sido la interpretación dominante hasta la filosofía moderna y es la que goza de más predicamento entre los profanos, entre el común de la gente. Su tesis principal se puede desdoblar en las dos afirmaciones siguientes: la realidad es independiente de la conciencia o mente que se la representa o conoce; el sujeto cognoscente no construye la realidad que conoce. La solución, para Ortega, pasa por postular que la realidad tiene dos caras, el mundo y el yo, la subjetividad y las cosas y ambos extremos se necesitan mutuamente. Ni la realidad es una mera construcción del sujeto (este sería el exceso del idealismo) ni la realidad es algo independiente y anterior al sujeto (el exceso del realismo). El sujeto selecciona la realidad pero eso no significa que la deforme siempre con un fin de aumentar su poder (frente a Nietzsche) El sujeto, ciertamente, es selectivo y en esa selección se hace él mismo como sujeto a lo largo de su tiempo biográfico. Esta es una de las dimensiones más profundas de la célebre frase orteguiana “yo soy yo y mi circunstancia”. Pero ¿cuál es el ámbito en donde aparecen subjetividad y mundo, yo y circunstancias? Este ámbito es el ámbito de la vida. No es el “yo-que-conoce” (una cosa que piensa) ni el “mundo” sino la vida la que es la realidad radical, es decir, la raíz desde la que ha de empezarse a filosofar sin caer en los errores pasados de la Historia de la Filosofía.

La vida (con Nietzsche) y no el pensamiento (frente a Descartes) es la realidad indubitable (la primera verdad), pero también la primera realidad, el ámbito en el que se hacen presentes y cobran sentido el resto de los seres. ¿Qué debemos entender por vida? Aquí viene el matiz frente al irracionalismo de Nietzsche. La vida es el conjunto de vivencias y el ámbito en el que se hace presente todo, incluidos los dos grandes géneros de realidad que han enfrentado a realistas e idealistas: el mundo o circunstancia y el yo o subjetividad; estos dos extremos se necesitan mutuamente y son elementos de la vida. ¿Qué es vivir, pues? Ortega viene a explicarlo en la obra ¿Qué es filosofía?


a) Vivir es un saberse y comprenderse. Los objetos meramente físicos no tienen una noticia de sí mismos, no se sienten ni se saben a sí mismos, nosotros sí. b) Vivir es encontrarse en el mundo; papel de la circunstancia. El mundo es un elemento fundamental de la vida, no algo exterior a ella, y junto con el yo forma los dos ingredientes inseparables de la vida. Ortega presenta varios signos de la imposibilidad de separar mundo o circunstancia y yo o subjetividad. Ya se ha dicho que el mundo nos es tan básico y fundamental que incluso nos damos cuenta antes de él que de nosotros mismos; c) La vida es fatalidad y libertad. La primacía de la circunstancia en la vida de las personas, el hecho de que la vida es siempre un darse en una circunstancia y un atender y estar en el mundo, le condujo a creer que no es posible la defensa absoluta de la libertad. El mundo que nos ha tocado vivir, nuestra circunstancia (la época, la sociedad, nuestro cuerpo o los rasgos básicos de nuestra personalidad) no es algo que podamos elegir; la circunstancia en la que estamos instalados y en la que se desenvuelve nuestra vida, determina nuestro yo y no está en nuestra mano su modificación. d) La vida es futurición. Frente a los seres del mundo que viven en el presente y son lo que son, el ser humano presenta una realidad paradójica pues su ser consiste no tanto en lo que es sino en lo que va a ser. Hay tres modos o formas de darse la temporalidad, el pasado, el presente y el futuro; pues bien, de los tres Ortega considera al futuro como el más importante para caracterizar al hombre: nuestra vida es siempre atender al futuro, apostar por un proyecto y actuar para realizarlo; la primacía que tiene el futuro en la vida humana es tal que incluso nuestro presente está condicionado por nuestro futuro, pues hacemos lo que hacemos para ser lo que queremos ser.
 
          En Verdad y perspectiva Ortega nos explica que en la tradición filosófica se han dado dos interpretaciones opuestas del conocimiento: el objetivismo o dogmatismo y el escepticismo o subjetivismo. El primero (Platón, Descartes) declara que la realidad existe en sí misma y que es posible su conocimiento. El conocimiento es posible si cuando la verdad se hace presente en el mundo humano lo hace sin ser deformada por el sujeto que conoce. Frente a esta doctrina tenemos el  subjetivismo: es imposible el conocimiento objetivo puesto que los rasgos del sujeto cognoscente, sus peculiaridades, influyen fatalmente en el conocimiento (Hume y Nietzsche). Frente al objetivismo y el subjetivismo plantea el perspectivismo: todo conocimiento está anclado en un punto de vista, en una situación, puesto que, en función de su constitución orgánica y psicológica y de su pertenencia a un momento histórico y cultural, todo sujeto de conocimiento está situado en una perspectiva, en un lugar vital concreto. Cada cual es un punto de vista sobre la realidad y es el entrecruzamiento de esas perspectivas el que va ensanchando la franja de verdad que es posible conocer para los seres humanos.

Pero hasta ahora hemos hablado solo de “yo” y “mundo”. ¿Qué hay de la otra gran idea filosófica, “Dios”? Para Ortega la existencia de Dios o su inexistencia no es objeto de la filosofía. Tampoco abre, a diferencia de Wittgenstein, una vía alternativa para un encuentro con el mismo. Pero aventura una posibilidad, inspirándose en Leibniz, para comprender cómo podría darse el conocimiento divino sin que este fuese incompatible (tema que trató San Agustín) con la libertad humana: Dios no conoce todo y en ese todo estaríamos nosotros, nuestros pensamientos y nuestras acciones en el mundo (como defendió el cartesiano Malebranche), sino que Dios, en el caso de existir, conoce a través de nosotros.
Otros temas orteguianos fundamentales son su filosofía del arte y su estudio sociológico sobre las masas y la teoría de la generaciones. Sobre ellos se dirá algo en el marco histórico, sociocultural y filosófico.