"No hay manera de escapar a la filosofía […] Quien rechaza la filosofía profesa también una filosofía pero sin ser consciente de ella." Karl Jaspers, filósofo y psiquiatra. "There is no escape from philosophy. Anyone who rejects philosophy is himself unconsciously practising a philosophy." [Karl Jaspers, Way to Wisdom 12 (New Haven: Yale University Press, 1951)]

Aristóteles y el principio de (no) contradicción

Tal principio, reconoce Aristóteles, no puede ser demostrado, puesto que es el fundamento de toda demostración: demostrarlo sería incurrir en petición de principio.  Ahora bien: es posible establecerlo por vía de refutación, es decir, refutando a sus negadores.  [...]  ¿Bastará con advertir que los sofistas, al negar el principio de contradicción, se contradicen a sí mismos, por cuanto consideran esa negación verdadera, con exclusión de la afirmación que la contradice?  Tampoco se evitaría así el reproche de petición de principio: pues ¿en nombre de qué, sino del principio de contradicción, les objetamos sus contradicciones a unos adversarios que niegan precisamente ese principio?  Hay que buscar, pues, en otra parte.  [...]  Para poder ejercitar la refutación es necesario y suficiente que el "adversario diga alguna cosa".  Pues, si habla, hay por lo menos algo que no puede dejar de admitir: que sus palabras poseen un sentido.

[...]  Como observa Aristóteles, el sofista, "al suprimir el discurso, se sirve del discurso" y, en su virtud, podríamos añadir con Aristóteles, "cae bajo el peso del discurso".  Por lo tanto, es él, y no su adversario, quien comete petición de principio, pues, a fin de argumentar, se vale de aquello mismo que está en cuestión: el valor del discurso.  Puede añadirse -y, tras la petición de principio, ésa es la segunda falla en su argumentación- que en el preciso instante en que niega el valor del discurso, da testimonio de él -si n o con las palabras, al menos en espíritu- en virtud del mismo rechazo: aquí es donde podríamos ver una "contradicción" en su actitud, si bien a condición de percatarnos de un conflicto más profundo que el expresado en palabras, un conflicto que podría llamarse vital y, en cierto modo, "antepredicativo", puesto que no opone tal o cual proposición a tal o cual otra, sino "lo que se piensa" a "lo que se dice".


Pierre  Aubenque
El problema del ser en Aristóteles
Madrid: Escolar y Mayo, 2011, páginas 109-111