"No hay manera de escapar a la filosofía […] Quien rechaza la filosofía profesa también una filosofía pero sin ser consciente de ella." Karl Jaspers, filósofo y psiquiatra. "There is no escape from philosophy. Anyone who rejects philosophy is himself unconsciously practising a philosophy." [Karl Jaspers, Way to Wisdom 12 (New Haven: Yale University Press, 1951)]

La sociedad en Ortega. Las generaciones

Antes del ascenso de Hitler al poder y de la Guerra civil española, Ortega adelantó lo peligroso de ciertos fenómenos de masas en “La rebelión de las masas”.  Este libro le dio fama y prestigio internacionales.  En el libro nos expone su preocupación ante el cariz que están tomando los acontecimientos en Europa y el mundo, analizando las causas y consecuencias de este hecho. Lo primero que sorprende es constatar que se nos está describiendo una situación en 1930 que es, si cabe, más vigente en la actualidad del siglo XXI. Por un lado, se ha producido un formidable avance en la técnica, en la capacidad de producción y disfrute de objetos, una subida del «nivel histórico» que permite a las mayorias gozar de los privilegios contemplados antes para unos pocos, y aún más. Por otro lado, -y como consecuencia de lo anterior- se ha instalado en el poder un tipo de hombre -que no una clase social- que es el «hombre-masa».  Antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías. No es sabio porque ignora lo que no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es "un hombre de ciencia" y domina muy bien su materia. Habremos de decir que es un sabio-ignorante, lo cual significa que creerá poder opinar de todas las materias con la misma autoridad con la que lo hace en la suya. Posee una enorme cantidad de información, de datos, pero, inversamente a lo que cabría imaginar, es más hermético, más inflexible en sus opiniones e ideas. Es un sabio-ignorante incapaz de «escuchar», de reconocer, de dejarse orientar.   Las masas no se refieren solamente a las clases obreras, como lo interpreta el marxismo, como el grupo social protagonista del cambio social con el propósito de arrebatarle a las clases altas sus privilegios.

El error del marxismo es su colectivismo.  El error de Nietzsche es su individualismo, su insistencia en que la Historia la hacen los héroes, los hombres superiores.  El sujeto de la sociedad en un momento de la Historia son las generaciones.  Para cada generación vivir es una doble tarea: una consiste en recibir lo vivido —ideas que se están discutiendo y creencias arraigadas no discutidas, valoraciones morales, instituciones, etc.— por la antecedente; la otra, dejar fluir su propia espontaneidad. Su actitud no puede ser la misma ante lo propio que ante lo recibido. Lo hecho por otros, ejecutado, perfecto, en el sentido de concluso, se adelanta hacia nosotros con una unción particular: aparece como consagrado, y, puesto que no lo hemos labrado nosotros, tendemos a creer que no ha sido obra de nadie, sino que es la realidad misma.

En una obra posterior a la Guerra civil española y a la II Guerra mundial, “El hombre y la gente”, Ortega buscará profundizar la experiencia de lo social en sus pormenores esenciales, presupuestos, implicaciones, efectos y defectos. En “El hombre y la gente”, Ortega, frente al marxismo, parte de la soledad del individuo que vive entre la muchedumbre para criticar luego lo inhumano de una sociedad impersonal donde los demás son, simplemente, “la gente”.