"No hay manera de escapar a la filosofía […] Quien rechaza la filosofía profesa también una filosofía pero sin ser consciente de ella." Karl Jaspers, filósofo y psiquiatra. "There is no escape from philosophy. Anyone who rejects philosophy is himself unconsciously practising a philosophy." [Karl Jaspers, Way to Wisdom 12 (New Haven: Yale University Press, 1951)]

Líneas principales del pensamiento de Santo Tomás de Aquino

Sto. Tomás (1225-1274) es la principal figura del pensamiento escolástico del s. XIII y del pensamiento cristiano en general. Obras a destacar: Los Comentarios, la Suma Teológica y la Suma contra Gentiles. El punto de partida, en el que se enclava el pensamiento de Sto. Tomás, es en establecer con precisión los límites entre razón y fe, Filosofía y Teología. Niega así la tesis de la Doble Verdad defendida por los averroístas latinos, y que se expone en la respuesta a la pregunta 3 del presente examen. Las respuestas a la doctrina de la Doble Verdad con respecto a la Creación del Universo y a la naturaleza del alma humana, y a los irracionalistas y sus tesis fideístas radicales, son las tres siguientes que, para mayor claridad, se exponen a continuación en tres apartados:

  1. Con respecto a la Creación del Universo, según Santo Tomás Dios es causa de todo lo demás ex nihilo (doctrina hebrea desconocida para el pensamiento griego) No es que Dios cree el Universo en el tiempo, sino que cuando crea el Universo crea el tiempo. En Dios están las perfecciones de todas las criaturas como modelos o Ideas (siguiendo el platonismo de Agustín). Santo Tomás introduce, pues la noción de existencia. La esencia es lo que hace a un ente ser tal ente, y no otro, y la existencia es el acto por el cual ése ente es. En este sentido, los seres finitos (seres creados por Dios) deben recibir la existencia de otro. En cambio, en el Ser Creador, la esencia y la existencia coinciden (Dios existe necesariamente). Pero ¿cómo estar seguros de que Dios existe? Santo Tomás, oponiéndose al argumento ontológico de San Anselmo, considera que el hombre no tiene conocimientos innatos pero lo puede descubrir por 5 vías que se remontan desde los efectos visibles en la experiencia hasta su causa: Dios. Se trata pues, en la línea aristotélica, de un conocimiento a posterior, marcando una clara diferencia con Platón, Agustín y San Anselmo. Llegamos así a aquella parte de su pensamiento que guarda mayor relación con el texto: Estas 5 vías son pruebas metafísicas que culminan en la existencia de un Primer motor (vía del movimiento), una Causa Incausada (vía de la causalidad), un Ser Necesario (vía de la contingencia), un Ser Perfectísimo (vía de los Grados de perfección) y una Inteligencia Ordenadora (vía del orden del universo).
  1. Para resolver la cuestión del alma, aplica al hombre la teoría hylemórfica aristotélica pero adoptando matices extraídos del neoplatonismo de San Agustín. El hombre, pues, sería un compuesto de materia (cuerpo) y forma (alma). Tal unión no es accidental, como en el agustinismo platónico, sino substancial, por lo tanto el alma es individual por definición. Sin embargo, no necesita del cuerpo para existir previamente al nacimiento en la Mente Divina y ha sido creada directamente por Dios.
  1. Frente a los irracionalistas y su desconfianza ante los sentidos y la inteligencia humanos, Tomás afirma, como Aristóteles, que el conocimiento parte de las observaciones de la experiencia sensible acerca de las cosas que nos rodean. Por eso no es válido ningún argumento que intente demostrar la existencia de Dios al margen de la experiencia. Los seres se nos manifiestan mediante los sentidos y quedan en la memoria como imágenes sobre las que opera el entendimiento agente (o inteligencia activa); se elabora así una abstracción que queda impresa en el entendimiento paciente (o capacidad de comprender) pasando a ser un concepto carente ya de ninguna imagen con el cual pueden construirse enunciados relacionados unos con otros mediante razonamientos, siguiendo reglas lógicas y gramaticales. Las secuencias de razonamientos, a su vez, quedan recogidas en distintas ramas del saber: Geometría, Aritmética, Astronomía, etc. siendo su cima la Filosofía, que aspira a la comprensión de los principios universales, siempre asistida por la Teología. De ahí que, además de las buenas obras, el estudio y el conocimiento de Dios sea la forma más acorde con nuestra naturaleza de devolver el amor que profesa hacia sus criaturas y el plan moral que nos tiene destinado2.

. La Ética, cerrando el sistema tomista, representa la ordenación de las criaturas hacia Dios (ética teleológica). Los actos humanos son libres y se dirigen hacia un Bien supremo trascendente: Dios, cuyo conocimiento y participación conduce a la Felicidad humana. Por ello, es Dios mismo quien orienta y gobierna el mundo mediante la Ley divina. Pero esta ley se encuentra participada en las criaturas mediante la Ley natural. Siguiendo a Aristóteles, todo ser natural posee unas tendencias que se derivan de su naturaleza. En el caso del hombre, del conocimiento de estas tendencias se derivan ciertas normas de conducta que están basadas en su misma naturaleza: la Ley natural. Como queda expresado en el texto propuesto, el hombre se distingue del resto de los animales por su racionalidad, porque solo él puede conocer sus propias tendencias y, por tanto, puede deducir sus propias normas de conducta. Y en esto se cifra la ley natural: el hombre, como ser natural que es, puede formular ciertas normas de conducta de acuerdo con las exigencias de su propia naturaleza. Por otra parte, la ley natural determina también la vida en sociedad y ésta es solo posible sobre la base de unas normas legales que regulen la convivencia humana: la Ley positiva que ordena la sociedad, pero no proviene del capricho de los gobernantes sino que viene exigida por la propia naturaleza humana. Por ello, el Derecho y la moral, la Ética, no son independientes sino que ambos están incardinados hacia la Justicia. De este modo la tiranía nunca estará justificada y será conforme a la ley natural deponer al monarca que gobierne despóticamente, practicando, si es necesario, la desobediencia civil, conforme al espíritu de los primeros cristianos frente al poder imperial de Roma, pues no deja de ser un acto en legítima defensa.